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Bendis y Andreyko parten de una premisa, basada en hechos reales, digna del cine de John Huston1: la historia del primer asesino en serie de los Estados Unidos, bautizado por los medios como “El Asesino del Torso”, y quien pondría en jaque al cuerpo policial, liderado por Eliot Ness —figura mitificada como adalid de la ley seca y persecutor de Al Capone junto a su equipo, los Intocables—, del Cleveland de los años 30.
Hasta aquí todo bien, tenemos los ingredientes para un perfecto comic noir: ilustrado en blanco y negro, continuas escenas nocturnas y sombras que nos dicen más del personaje que los propios diálogos; conversaciones que recuerdan a Dashiell Hammett; un psicópata capaz de borrar toda huella de su identidad y un agente, Ness, cuya fama le precede y quien ha de lidiar con los crímenes, la opinión popular y la corrupción latente en el condado.
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patinéis sobre vuestros flujos vaginales. |
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El gran atractivo de la obra reside en su estructura: las viñetas se encuadran y suceden como lo harían las ilustraciones del guión gráfico de una película. Sin embargo, este tipo de disposición tiene un handicap: requiere un lector activo, dispuesto a darle mil vueltas al volumen (os aseguro que toca hacerlo, especialmente en los últimos capítulos) y, sobre todo, que no se exaspere al ver la misma expresión repetida una jodida infinidad de veces.
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